Las profesiones jurídicas han estado particularmente ligadas al ejercicio y visibilización del poder social, y sirven para gestionar los ámbitos de la legalidad y la ilegalidad, y por lo tanto, los ámbitos del control y del castigo. A pesar de que una mujer con los ojos cendados es una de las representaciones más extendidas de la Justicia, las profesiones jurídicas han sido tradicionalmente un ámbito de poder controlado por el género masculino.

El papel de la mujer en las profesiones jurídicas hay que entenderlo desde una visión histórica, en la que estas profesiones se han venido considerando propias de los hombres, al atribuírsele los rasgos de firmeza, fuerza y autoridad, considerados propios de este género. Esta percepción socio-cultural de las profesiones jurídicas, según los roles atribuidos culturalmente a hombres y mujeres, en atención a su sexo, no cede hasta transcurrida la primera mitad del s. XX, y de la que el propio Derecho fue mecanismo garante y justificador.

Actualmente, sin embargo, estamos ante unas profesiones abiertas a hombres y mujeres de distintos sectores sociales, llegándose incluso a hablar de una “feminización” de la Justicia; si bien esta feminización sólo cabe referirla a los puestos básicos, pues, a pesar de los cambios que trajo la democracia, las mujeres juristas siguen afrontando determinados estereotipos (menor racionalidad y fiabilidad técnica, conformación biológica para el cuidado de la especie, etc.), que hace que lleguen muy a cuenta gotas a puestos de responsabilidad y que sigan estando afectadas por los problemas derivados de la conciliación de la vida laboral y familiar, o por la preferencia para dichos puestos del perfil hombre sobre el de la mujer.

La presencia significativa de la mujer en las distintas profesiones jurídicas permite incorporar la perspectiva de la mujer en los procesos de toma de decisiones jurídicas. Al añadirse al proceso nuevas experiencias, conocimientos, actitudes e intuiciones, producto de un contexto social, económico, cultural e histórico distinto al del hombre, se añade riqueza, balance y justicia al razonamiento jurídico. En estas conquistas ya no existe la posibilidad de dar marcha atrás. La función social que las mujeres desempeñan ha cambiado, el concepto de la mujer que se tiene en nuestra sociedad ha cambiado, el concepto que la mujer tiene de sí misma ha cambiado y su situación jamás volverá a ser la misma.

Cualquier Procurador que ejerza su actuación en Tribunales de Justicia, tenga o no otros profesionales a su cargo o en el mismo despacho.