La trascendencia de la relación de pareja entre hombre y mujer para la sociedad y el Estado, ha motivado su consideración por el ordenamiento jurídico.  El bien protegido no eran los cónyuges, sino su descendencia, y la necesidad de garantizar que ésta no constituyera una carga para la comunidad.

Los sistemas articulados a lo largo de la Historia han posibilitado en mayor o menor medida la pervivencia de la sociedad respectiva, pero en todos ellos ha sido común una ‘factura’ netamente masculina que definía estatutos jurídicos diferenciados para hombre y mujer, vinculando su capacidad jurídica a su papel como progenitores, en un mundo sin anticonceptivos, ni pruebas de paternidad.

Conocer la quiebra de este modelo ‘milenario’ y la posterior incorporación de la mujer al poder legislativo, son vitales para comprender la España actual… con perspectiva de género.

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